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OJOS TRISTES (cortometraje reflexivo)

Voy por la calle y solo veo ojos. Tristes ojos o, al menos, eso parecen. Gente que anda mirando al suelo y solo levanta la vista para abrir la puerta de su propia casa.


Solo veo ojos que parecen zombis.


Se pasean por las calles sin ninguna esperanza. De casa al trabajo, del trabajo a casa. Por la noche, ahora que ya oscurece temprano, los ojos llegan a su hogar y se quedan encerrados. Ignoran lo que les pasa a sus vecinos de al lado, pero se desvelan por lo que ven a través de las pantallas.


“1 millón de muertos” dicen en las noticias. “Tengo miedo a morir” piensan continuamente los tristes ojos. Habíamos conseguido disfrutar de la vida, o al menos intentarlo, pero hasta eso nos han quitado.


Y ya es tarde, los tristes ojos tienen sueño y se van a dormir.


Por la mañana, desayunan, se visten y se dirigen al trabajo. Suben al transporte público, lleno y esperan impacientemente. Primera parada “diversión”, y pasa de largo. Segunda parada “felicidad” y también pasa de largo. El vagón sigue lleno de ojos tristes. Tercera parada “trabajo”, entonces sí. Allí se bajan todos, corriendo, dándose empujones para ver quién llega primero, para sentarse y empezar a trabajar. Y seguir trabajando. Bajo la atenta mirada del ojo mayor, el ojo que todo lo ve, pero que nada le importa.


Cuando cae el sol, vuelven otra vez a sus casas.


Más muertes aparecen en las noticias.


Por las ventanas solo se ven ojos tristes que miran a las estrellas para ver si estas les devuelven las miradas. Pero nada. Siguen estando tristes y siguen estando solas.


Por lástima, yo cuando me miro en el espejo, también me doy cuenta de que tengo los ojos tristes y que por culpa de solo ver ojos y mascarillas no me doy cuenta de que tengo una sonrisa preciosa debajo de estas.


Por favor, que nunca se os olvide que existe.


Que nunca se os olvide sonreír.



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