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IMAGEN CON TEXTO Nº1

Cuando somos mayores nos olvidamos de quien nos ha visto crecer. De quien, sin que lo pidamos, dio su brazo a torcer. Sin pensar en las consecuencias, en los rasguños y en las malas experiencias. Nos olvidamos del cómo, el cuándo y el por qué:


El ¿cómo fuiste tan valiente para criar a semejante bala perdida?


El ¿cuándo pasó tan rápido el tiempo para que me olvidase de darte las gracias?


Y el ¿por qué fui yo el afortunado que pudo crecer en tu regazo?


Las respuestas las desconozco, como la mayoría de preguntas que habitan en mi entorno. Y, por suerte, todavía tengo muchas personas y experiencias por conocer. Todavía tengo mucho “error” al que recorrer y mucha “solución” impaciente por volverme a ver.


Si no fuera por ti, no sería el mismo a día de hoy. Pero tampoco soy quien era ayer y me temo que mañana ni me voy a reconocer. Aunque sigo desorientado, tengo tus pasos a mi lado. Tengo tus pasos a mi lado.


Aunque sigo desorientado, mi camino, cada vez, se va haciendo más largo y mi horizonte más lejano.



*Fotografía de Carlos Heredia

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