[No me pueden culpar por querer experimentar] Enric Kahn
Soy un carnívoro, me encanta devorar cuerpos y mentes, cuántas más sean, mejor. De todos ellos, los cuerpos, aprendo cada vez más de lo material, de lo plausible y de los sentidos. De todas ellas, las mentes, aprendo lo sabio, lo razonable y lo sentimental.
No devoro en vano, ya que siempre gano una cosa u otra en cada encuentro, ya sea palpable o no. Siempre descubro lugares secretos de los cuerpos, zonas sensibles de la mente, conexiones cerebrales que dan orgasmos y sexo que te enseña a respetar.
No me pueden culpar por querer experimentar, creo que ya he disfrutado de la soledad y ya me he cultivado bastante gracias a ella - pero nunca es suficiente -, así que ahora quiero aprender de la compañía y del intercambio emocional y cerebral con los demás mortales. Si, mortales, ya que estos intercambios siempre son finitos y tienen fecha de caducidad, por este motivo, nunca se debe perder la oportunidad de conocer nuevos mundos.
Mi afición es ser astronauta y pasearme por la vida observando los pensamientos de todos los planetas que hay en este espacio. Flotar mientras los contemplo a una distancia suficiente para poder tener un contacto e intercambio óptimo. Nunca me aferro a estos individuos perecederos, siempre me mantengo suspendido en el aire, ya que pienso que agarrarse es malo. Agarrarse porque tenemos miedo a levitar es contraproducente, porque a la larga, uno se olvida de volar y una vez se desaprende eso ya no hay vuelta atrás.
Así que no me culpen por querer ser astronauta, nunca me voy a olvidar de la sensación de tocar el suelo con mis pies, ni de las heridas, y su cicatriz, que me provocó andar con demasiado peso.
La solución está mirando arriba o adentro, como prefieras.
Si todos fuésemos pájaros las cosas materiales carecerían de sentido y lo realmente valioso estaría dentro de nuestra cabeza y nuestro corazón. Pero, por lástima, algunas veces nos lleva toda una vida aprender a planear en el aire.