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AGUA MARCHITA


Querido paternalismo

 

La arboleda se acrecentaba paulatinamente, los árboles ancianos eran llamados sabios por sus grandes consejos y por su capacidad de discernir aquellos actos propicios de un buen roble, de las conductas banales de un arbusto.

En el bosque querían solo madera fuerte y dura, como la de los sabios. Así que todos los retoños seguían el asesoramiento de los más veteranos des del primer rayo del alba hasta la última centellada de luz del atardecer.

El tiempo pasaba e hincaba en la vida de todos y cada uno de esos icónicos eruditos. Su ramaje se volvía endeble, sus raíces esqueléticas y su tronco falto de vitalidad. Ellos lo entendían, "es el ciclo de la vida" decían, como una forma de autocomplacerse y hacerse conscientes de su inevitable deceso.

Por reflejo instintivo, debido a ser seres mortales, su mirada era puesta en los árboles juveniles, su descendencia, la cual había seguido todas sus indicaciones y prometían dejar el bosque en buenas ramas.

Pero cuando clavaron sus miradas en sus promesas, les falto aire y rayos de sol para sobrevivir a tal sobresalto. La esperanza del pueblo había crecido débil, seca y falta de energía. Los sabios no sé podían creer tal barbaridad y despropósito.

Años más tarde, en ese lugar, solo queda madera fallecida, montones de serrín como una pirámide en ruinas u hojas caducas nómadas que cambian de hogar con cada aliento del aire.

[...]

Por muy antiguo que sea alguien, no siempre tiene la razón, pero si la experiencia, pero esta la puede adquirir hasta un arbusto que no tenga ansias de vivir, porque con solo vivir, ya experimenta.

Por eso, no puedes tratar de regar a tus sucesores con la misma agua con la que te regaron a ti. Porque ellos no son como tú, probablemente el agua no sea la misma, los rayos de sol se hayan modificado con el tiempo y el bosque, que ellos tanto querían y decían conocer, siempre ha estado, está y estará en una transformación constante.


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