[Lo que hoy siente tu corazón,

mañana lo entenderá tu cabeza.]

Tengo un millar de versos escondidos en jaulas de hierro.

Quería besos y juegos mirándonos como locos, pero al final siempre he tenido lo mismo: vasos vacíos y más hielo que ron.

Odiaba la traición y siempre me llegaba en los postres.

Sin ninguna petición entraba y se quedaba, rasgaba y pudría todo mi interior sintiéndome sobrio de la borrachera de versos que transitaban por mi caos.

Me faltaba cariño para sanar mis heridas, pero me sobraban vendas para ocultar mis sentimientos.

Me acostumbre a vivir con la herida al rojo vivo, sangrando, pero pensando en que en eso consistía el amor.

Eso que empezó siendo un juego simple e íntimo, nos convirtió en títeres viejos y dependientes.