Que las rayas de los versos
sean tu propia droga.
Que el final del libro
sea tu éxtasis o tu orgasmo.
Que las alucinaciones
hagan los cuentos realidad.
Que las portadas sean pistas
para llegar a la verdad.
Y que el punto final
te deje con mono de más.
Drógate y lee.
Devora libros
en vez de almas.
Entra en más bibliotecas
que en salas.
Gasta más en hojas
que en cubatas.
Invierte más tiempo en pensar
que en pasar resacas.
Que nada te impida probar
nuevos libros que devorar.
Drógate y lee.
Drógate y lee.
Pero sobretodo, léete.
Y cuando te leas
y termines tu propio libro,
prepárate para empezar a escribir otro.
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